A pesar de que apenas tiene cinco años y un trastorno del espectro autista, conocido como autismo, Sebastian Esposito sabe leer, escribir y recitar la tabla periódica de los elementos. Con tan solo 18 meses de vida se obsesionó con un rompecabezas de letras de madera y comenzó a deletrear palabras como perro y gato. Pero no es todo, llegó a escribir más de 200 cuando cumplió dos años y, desde entonces, su mente no ha parado de aprender.
Esto se debe a que el pequeño cuenta con una extraña habilidad conocida como hiperlexia, una capacidad de lectura muy avanzada para su edad. Además, Sebastian también muestra una gran fascinación por los números.
Ahora, en el jardín de infancia, mientras su compañeros de clase están aprendiendo el abecedario, el pequeño Sebastian ya ha memorizado el alfabeto griego, el alemán, el armerio y el turco, además de que es capaz de recitar la tabla periodica de los elementos. Eso sí, aún hay algo que se le resiste, y es el atarse los cordones de las zapatillas.
Autismo e hiperlexia, los dos trastornos que tiene Sebastian
Ryan Esposito (30), el padre de Sebastian, que convive con su mujer, Amanda (30) y una hija de su relación anterior, Shyann (14), cuenta que todos los padres piensan que su hijo es especial, pero él siempre supo que Sebastian realmente era un niño diferente.
«Cuando comenzó a deletrear palabras al revés, pensé que era un extraterrestre. Creemos que tiene memoria fotográfica. Todo lo que ve lo almacena en su cabeza y nunca lo olvida», explica sobre su hijo Sebastian, que tiene autismo, del que está enormemente orgulloso.
«Sebastián no puede hablar realmente con sus palabras, es bastante difícil para él. Tiene todos estos pensamientos, pero le cuesta comunicarse de esa manera. Su mente es increíble, pero necesita escribirlo para decirte exactamente cómo se siente. Si se cae y se lastima, es difícil para él avisarnos, por lo que puede convertirse en un problema», comenta el padre.
La familia ha querido mostrarlo en las redes sociales para que se sepa que todos los niños no son iguales, pero que todos son geniales: «Sebastian no puede ponerse sus propios zapatos, pero sí puede escribir en ruso».
Un nacimiento complicado
El nacimiento de Sebastian fue realmente complicado. Tanto él como su madre se encontraron al borde de la muerte al quedarse encajado en el canal del parto. Los médicos advirtieron a Ryan que su pareja no sobreviviría si el bebé no nacía en 30 minutos. Fue entonces cuando saltaron todas las alarmas y tuvo que salir de la sala.
Finalmente lo llamaron para cortar el cordón porque todo estaba bien. Aún así, Sebastian estuvo nueve días en la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Presbiteriano de Albuquerque. Fue ahí donde le dijeron a Ryan que su hijo probablemente tendría importantes problemas en el desarrollo, pero no le importó hasta que llegó a casa: «Una vez que lo llevamos a casa, nos convertimos en los padres paranoicos promedio, siempre asegurándonos de que todavía respiraba. El temor era entendible», comenta.