La digestión es un proceso natural del organismo fundamental en la salud. En concreto, se trata del proceso en el que el aparato digestivo consigue convertir los alimentos y bebidas que ingerimos en los nutrientes indispensables para el cuerpo.
Hay que tener claro que la digestión es un proceso que realiza el organismo después de cada comida, pero en ocasiones no siempre es un proceso perfecto. Cuando esto ocurre, se dice de forma popular que la persona ha tenido una mala digestión.
Existen muchos factores que pueden influir de forma negativa en el proceso de digestión. Sin embargo, los expertos destacan que la mayoría de dispepsias son funcionales, por lo que no se encuentra una causa concreta que lo ocasiona.
La dispepsia es como se denomina en término médico a las digestiones que son difíciles y que por lo general causan algún tipo de perjuicio a la persona afectada.
La mala digestión y factores que afectan al estómago
En este sentido, la dispepsia o mala digestión es un trastorno de salud que se define por desarrollar dolor de diferente intensidad en la boca del estómago. Además, esta afección también puede ocasionar sensación de saciedad precoz, generando dificultad para comer de forma adecuada.
Otros síntomas propios de una mala digestión también son los siguientes, tal y como indican los profesionales de ‘Saber Vivir‘:
- Pesadez estomacal incómoda al acabar de comer o incluso antes.
- Acidez de estómago.
- Aparición de eructos, náuseas e hinchazón abdominal.
Cuando se da una mala digestión durante un periodo de tiempo prolongado, el aparato digestivo puede sufrir las consecuencias. En este contexto, aumenta el riesgo de úlcera de estómago, como la hernia de hiato.
Factores claves para una buena digestión
A pesar de que la mayoría de veces una mala digestión no se vincula con ningún trastornos, debemos tener en cuenta que las personas jugamos un papel importante en el proceso de digestión, ya que intervienen diferentes factores.
Entre estos factores destaca el tipo de alimentación, la forma de comer, los horarios o una microbiota alterada. Todos estos elementos pueden conllevar a lo que se denomina como una mala digestión.
Comer rápido y masticar poco es altamente perjudicial para la digestión. Cuando masticamos poco los alimentos, el aparato digestivo tiene que hacer un esfuerzo mayor para descomponer el alimento y obtener los nutrientes necesarios.
Al engullir sin apenas masticar también incorporamos aire al aparato digestivo. Este hecho puede ocasionar gases, eructos y dolor abdominal. Además, algunos estudios indican que masticar poco también conlleva consumir un mayor número de calorías.
Por otra parte, es importante realizar hábitos de vida que eviten tener una microbiota alterada. Si bien, una flora intestinal equilibrada en el conjunto de bacterias ofrece efectos favorables para una buena digestión.
Para aumentar las bacterias beneficiosas que intervienen en el proceso de digestión es positivo prevenir situaciones de estreñimiento, limita el exceso de azúcar, introduce alimentos probióticos de manera regular en la dieta y también algunos prebióticos.