La vitamina C es uno de los nutrientes más importantes para el funcionamiento del organismo, y también se conoce popularmente como ácido ascórbico. Se trata de una vitamina que está presente principalmente en las frutas, frutas cítricas, verduras, hortalizas y legumbres.
Las personas que siguen una alimentación equilibrada y saludable, con alta presencia de frutas y verduras, no suelen tener problemas sobre sus niveles de vitamina C en el organismo. Si bien, la deficiencia de esta vitamina puede tener consecuencias negativas.
Desde el ‘Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos‘ señalan que es recomendable que una persona adulta consuma en torno a 90 mg de vitamina C en el caso de los hombres; y 75 mg de vitamina C en el caso de las mujeres. Estas necesidades aumentan un poco cuando la mujer se encuentra en periodo de embarazo o lactancia.
¿Para qué sirve la vitamina C?
La vitamina C es un nutriente que participa de forma activa en diferentes procesos del organismo. Por un lado, destaca su importancia para el correcto funcionamiento del sistema inmune, que se encarga de proteger al cuerpo frente a infecciones. virus, bacterias o enfermedades.
Además, tener niveles óptimos de esta vitamina también es fundamental para la salud de la piel. Primeramente, se encarga de combatir contra los radicales libres, gracias a su alto poder antioxidante; y por otra parte, también favorece la producción de colágeno, una de las proteínas de mayor relevancia para el estado cutáneo.
Igualmente, la vitamina C es un nutriente que también ayuda al organismo a absorber mejor el hierro procedente de los alimentos de origen vegetal. Es decir, contribuye a evitar la deficiencia de un mineral esencial como el hierro; reduciendo el riesgo de anemia ferropénica.
Así, resulta fundamental consumir de forma regular vitamina C a través de los alimentos, puesto que se trata de un nutriente que el cuerpo no tiene la capacidad de producir. Por tanto, se debe incorporar mediante la alimentación adecuada.
Otra opción para incrementar los valores de esta vitamina es mediante el consumo de suplementos vitamínicos. No obstante, los expertos únicamente recomiendan esta alternativa en caso de necesidad nutricional por parte de la persona, y siempre bajo la supervisión de un especialista.
Problemas por deficiencia
La falta de vitamina C puede tener consecuencias en la salud. Entre otras cosas, puede generar sensación de malestar, dolor e inflamación de las articulaciones, cansancio, debilidad muscular, cambios de humor, mala cicatrización de las heridas o pérdida de apetito.
Del mismo modo, la deficiencia de este nutriente puede ser la causante de gingivitis. Se trata de una patología que se caracteriza por el sangrado e inflamación de las encías. En casos extremos, también puede ocasionar escorbuto, aunque es una enfermedad prácticamente erradicada en los países desarrollados.
Para evitar todos estos inconvenientes, lo más adecuado es contar con unos niveles óptimos de vitamina C, gracias a una alimentación adecuada. Entre los alimentos más ricos en vitamina C resaltan la naranja, kiwi, fresas, frutos rojos, pimiento rojo, coliflor, col de Bruselas, pomelo o tomate.
También existen alimentos exóticos que constituyen toda una ‘bomba’ nutricional de vitamina C, destacando el camu-camu, escaramujo, grosella negra o kakadu.